Humedal en recuperación en la Estación Biológica El Unco, ubicada en el cañadón Caracoles, Parque Patagonia, Argentina. Foto: Franco Bucci.

Conservando los juncales del Parque Patagonia Argentina

17 de septiembre de 2022 · Proyecto Patagonia (Santa Cruz)

Desde aves migratorias a insectos, invertebrados, gallinetas chicas y coipos que los habitan todo el año, los juncales albergan una rica biodiversidad en constante interacción. En el noroeste santacruceño conservarlos y restaurarlos es una prioridad para nuestro equipo trabajando en el Parque Patagonia Argentina.

Cualquier humedal es un paraíso para las especies que habitan la estepa patagónica. Un juncal es un tipo de humedal donde, valga la redundancia, predomina el junco, una especie de planta que crece verticalmente por bulbos y cuya raíz, que se va extendiendo por abajo, tiene la capacidad de permanecer bajo tierra durante muchos años.

El junco necesita una cierta cantidad de agua permanente para crecer, por ello puede crecer en terrenos anegados y a orillas de ríos y cuerpos de agua. En Patagonia, esos lugares son bastante escasos «porque dependen de que sea un terreno bajo, que no tengan tanta permeabilidad y que tengan una vertiente que provea agua de forma permanente» explica Emanuel Galetto, coordinador de restauración en el Parque Patagonia Argentina.

De las ocho hectáreas de juncal que había en la Estación Biológica El Unco en 2018, hoy nuestro equipo celebra haber aumentado el área a unas 30 hectáreas. Foto: Franco Bucci.

Es en los juncales donde distintos mundos convergen y generan características únicas. Abundan invertebrados e insectos, que se convierten en alimento de cientos de aves que habitan la Patagonia y que cada año llegan a anidar a estos refugios naturales, como el sietecolores o el junquero.

Otros habitantes del juncal, y con los que nuestro equipo de rewilding está trabajando, son el coipo, un roedor semiacuático de gran tamaño, y la gallineta chica, una pequeña ave con una agilidad increíble. Cada especie tiene un rol clave en el ambiente donde vive: el coipo es un «arquitecto» del humedal al utilizar los juncos para construir plataformas en medio del agua, donde pueden tener sus crías.

Los caminos o claros que el coipo va abriendo en la espesa  vegetación «permiten el ingreso de luz en los sectores más espesos de juncal, aumentando la diversidad de vegetación acuática e invertebrados. Estos claros, que son como extensas galerías, son también utilizados por la gallineta austral y otras especies para desplazarse».

La gallineta chica es un ave pequeña capaz de volar; sin embargo, en el Parque Patagonia Argentina pudimos confirmar que no migra: la mayoría de los individuos enfrentan al frío del invierno en el juncal, incluso durante inviernos muy crudos. El juncal puede medir desde el metro a los dos metros de altura, entonces hay baja probabilidad que un ave rapaz las pueda ver y depredar desde arriba. Además, la presencia permanente de agua evita que cualquier mamífero que las pueda depredar ingrese por abajo. «Están protegidas casi todo el año», apunta Emanuel.

El coipo es un «arquitecto» del humedal al utilizar los juncos para construir plataformas en medio del agua, donde pueden tener sus crías. Foto: Franco Bucci.

Entonces, ¿por qué decimos que los juncales están en peligro?

Como en todos los ecosistemas, el balance de los juncales depende de cada especie que los habita y cuando alguna desaparece comienzan a degradarse y perder su funcionalidad. 

Los humedales son los lugares más requeridos por la producción ganadera porque son espacios donde crece abundante vegetación y que tienen agua permanente para el consumo del ganado. «Cuando llegamos a El Unco, la ex-estancia que hoy forma parte de la reserva, vimos que todo el juncal había sido modificado». Resulta que el junco mismo no es tan nutritivo para el ganado, entonces los productores retiran el agua de forma permanente para que prolifere vegetación preferida por el ganado. Otra práctica habitual es la quema de juncales. Las consecuencias de estos procedimientos son evidentes. 

«Solo ocho hectáreas de juncal eran visibles» cuenta Emanuel. «Descubrimos que se habían hecho terraplenes que cortaban el ingreso del agua y que habían desviado varias de estas vertientes en arroyos o canales artificiales para lograr llevar el agua a sectores donde naturalmente no llegaban». Así sucede que el juncal no logra recuperarse y se mantiene cortito y en baja densidad. «Al haber menos cobertura de juncal el agua se evapora más rápido y los depredadores aéreos y mamíferos pueden ver con mayor facilidad a las especies que se refugian en él”.

La gallineta chica es un ave pequeña capaz de volar; sin embargo, en el Parque Patagonia Argentina pudimos confirmar que no migra: la mayoría de los individuos enfrentan al frío del invierno en el juncal, incluso durante inviernos muy crudos. Foto: Franco Bucci.

Nuestro equipo se encomendó a la tarea de conocer cómo recuperar este ambiente. Uno de los primeros trabajos fue recolectar información de antiguos dueños de la zona para saber cómo era el ambiente. «Hace unos días nos visitó una persona que había vivido acá hace 50 años. Nos dijo que ahora tenemos la mitad de juncal de lo que había y nos habló de la impresionante cantidad de biodiversidad que existía en ese momento.”

El trabajo, que comenzó en el año 2018 en la Estación Biológica El Unco de la mano de Fundación Rewilding Argentina y Freyja Foundation, comienza a ver sus primeros resultados. De las ocho hectáreas de juncal que había cuando llegaron, hoy celebran visualizar unas 30. «Lo que hicimos fue sacar los terraplenes que se habían construido y cerrar los canales que habían sido generados para permitir el ingreso y permanencia del agua en esos sectores donde no ingresaba».

Algo más que pudieron notar es que, al ser ambientes modificados, muchas de las vertientes tienen plantas exóticas como la menta y el berro que son sumamente invasivas y crecen sobre el juncal. «Estas plantas se distribuyen en el agua y generan una gran cantidad de raíces y materia orgánica que termina tapando estas vertientes que vienen desde la meseta. Entonces el agua se evapora mucho más rápido, antes de llegar al juncal mismo». Por eso, otro de los trabajos que realizan es limpiar cada tanto esas vertientes para que el agua no se evapore y alcance a generar pozones naturales.

Fue necesario conocer los juncales para saber de qué forma comenzar a cuidarlos. Casi como una metáfora, que nos ayuda a entender la importancia del famoso y delicado equilibrio en el que todas las especies coexistimos y de donde necesitamos que no desaparezca ninguna.