Un cachorro de puma en el Parque Patagonia Argentina. Foto: Facundo Epul.

Día Internacional del Puma, Arquitecto de los Ecosistemas

30 de agosto de 2022 · Proyecto Patagonia (Santa Cruz)

Desde 2019 estudiamos al puma en el Parque Patagonia Argentina para conocer mejor los hábitos y ayudar a conservar y recuperar esta especie clave de los ecosistemas de la Patagonia. La implementación de estrategias para fomentar la coexistencia entre el puma y la ganadería mediante actividades de turismo de observación de fauna en el Parque Patagonia alumbran un camino próspero para el gran felino.

Comencemos por ubicarnos en el mapa de los felinos: el puma es el segundo más grande de América —luego del yaguareté— y el cuarto más grande del mundo después del tigre, león y yaguareté. Es el de mayor distribución —los lugares donde vive— de América, encontrándose desde Alaska hasta el sur continental de Argentina y Chile. En Santa Cruz el puma habita en toda la provincia desde hace millones de años.

¿Por qué decimos que es un arquitecto? Porque se encuentra en la cima de la cadena alimentaria, a través de la cual moldea al ecosistema. Lo hace alimentándose de grandes herbívoros como el guanaco y el huemul, afectando sus poblaciones y por lo tanto el impacto del pastoreo sobre los suelos y la vegetación. Al hacerlo, también provee de alimento a animales carroñeros como el cóndor andino, e influye en el número y comportamiento de depredadores medianos como zorros, impactando positivamente a su vez en los animales que depredan.

Desde hace más de tres años un equipo de Fundación Rewilding Argentina en la Estación Biológica El Unco, en el Parque Patagonia (Santa Cruz), con el apoyo de Freyja Foundation, realiza el estudio de pumas para conocer cómo ocupa el territorio y cuáles son sus hábitos alimenticios, y así poder desarrollar e implementar estrategias para convertir a este carismático felino en un aliado para el desarrollo local a través del turismo de avistaje de fauna. Hasta el momento, la investigación está produciendo datos reveladores.

El equipo de conservación del Proyecto Patagonia de Fundación Rewilding Argentina captura un puma en el Parque Patagonia Argentina como parte del programa para estudiar y conservar la especie en la región. Foto: Franco Bucci.

¿De qué se alimentan? Los pumas son generalistas, es decir, tienen una dieta (carnívora) variada. «Los que habitan la zona de Parque Patagonia (Noroeste de Santa Cruz) se alimentan principalmente de guanacos; los que están hacia la costa, en la zona del Parque Nacional Monte León, incluyen en su dieta pingüinos (cuando hay)» explica Emiliano Donadio, Director Científico de Fundación Rewilding Argentina y parte del proyecto de investigación sobre la especie.

«Los pumas cazan en ciertos lugares donde pueden esconderse para acercarse a la presa, como arbustos o pedreros. Los guanacos perciben a estos sitios como peligrosos y pasan poco tiempo allí, o directamente los evitan, disminuyendo así la presión de pastoreo sobre la vegetación de ese lugar. Cuando la vegetación se desarrolla y se vuelve más compleja provee de refugio y alimento a otro gran número de especies, como insectos, pequeños vertebrados, los ratones de campo nativos, pequeñas aves» cuenta Emiliano.

«Cuando se comenzó con la producción ovina en la Patagonia, hace unos doscientos años con la inmigración europea, se eliminaron buena parte de los guanacos y en su lugar introdujeron ovejas, que se convirtieron en el alimento más abundante para el puma». Este es el principal problema que enfrenta el gran felino en la región: compartir el paisaje con la producción ganadera. «No solo en Patagonia: en muchos lugares de Argentina y el continente se ha eliminado buena parte de la base de presas silvestres y reemplazado por herbívoros domésticos, como la vaca y la oveja. Al no tener presas los pumas cazan, por supuesto, lo que encuentran con el menor esfuerzo, generando un perjuicio al productor.»

Durante décadas el sector agrario y los gobiernos combatieron esta problemática buscando erradicar al puma. «De hecho, el puma desapareció de varias regiones de Argentina, especialmente en la Patagonia. Con mucho trabajo de parte de organizaciones para la conservación y gobiernos, y con la ayuda de la presencia de áreas protegidas, esta estrategia agresiva de control de poblaciones de puma ha ido mermando en los últimos años, permitiendo que recolonice zonas de las cuales había desaparecido».

Existen estrategias para resolver este conflicto menos extremas y en favor tanto de la producción como del puma: algunas de ellas son replantear el manejo de las majadas y adoptar técnicas de disuasión de pumas como la incorporación de perros pastores y en majadas chicas disuasivos lumínicos o sonoros en los corrales nocturnos. Igual de importante resulta conocer en mayor profundidad los hábitos del puma para implementar estas estrategias con mejores resultados.

La coloración y estado de la dentadura y encía de los individuos capturados se observan para estimar su edad. Foto: Franco Bucci.

PARQUE PATAGONIA: UN GRAN LABORATORIO A CIELO ABIERTO

Fundación Rewilding Argentina junto a Fundación Freyja, una organización dedicada a apoyar proyectos de conservación de escala y la reconexión con la naturaleza para enfrentar la crisis ambiental global, comenzaron sus estudios en la zona de Cueva de las Manos en enero de 2019. El objetivo: entender la ecología espacial y trófica del puma (cómo se relaciona con sus presas un lugar determinado) y así generar conocimiento que permita encontrar soluciones al conflicto que existe entre pumas y productores.

El estudio consiste en equipar individuos con collares satelitales que incluyen tres componentes: una radio VHF que permite monitorearlos «a campo». El collar se comporta como una radio FM que envía una señal que, en una frecuencia determinada, puede ser rastreada con un receptor y una antena.

El segundo componente es un dispositivo GPS que toma coordenadas geográficas de la posición del animal cada tres horas, o sea ocho veces al día. Cuando se multiplica por los tres años que dura la batería del collar da como resultado muchísima información espacial sobre el puma.

El tercer componente del collar es el sistema que permite la conexión del collar con una red satelital Iridium, que permite enviar la información geográfica registrada vía satélite a un sitio web que almacena la información. Así tenemos acceso casi en tiempo real a la ubicación de cada animal.

Estos datos son analizados por el equipo de conservación del proyecto. “Nos dan una idea de cómo los pumas que capturamos en el área protegida por el Parque interactúan con los campos vecinos, donde hay producción ovina. Visitamos los lugares donde los pumas pasan más de seis horas para saber si estuvo descansando o alimentándose, y de qué”.

Esto datos sirven también para conocer la tasa de depredación, es decir cuántas presas matan en un tiempo determinado. «Sabemos que un puma en la zona de Cueva de las Manos mata un guanaco por semana, es decir unos cuatro guanacos al mes y 50 al año. Una población de 50 pumas estaría removiendo unos 2500 guanacos por año, lo que da una idea de la importancia del puma como regulador de la población de guanacos en la Patagonia». 

El trabajo de investigación requiere tiempo, pues una vez colocado el collar las primeras observaciones interesantes comienzan a obtenerse recién a los seis meses a un año. Resulta urgente entender el rol vital que cumple el puma en la salud de los ecosistemas que habita, trabajar para la coexistencia con otras actividades productivas,  y fomentar su protección convirtiéndolo en un aliado para el desarrollo local a través de actividades de turismo de observación de fauna.

 

Un depredador tope como el puma, que se encuentra en la cima de la cadena alimentaria, va a determinar la distribución y abundancia de su presa (el guanaco) e indirectamente influirá en las condiciones de la vegetación al regular la intensidad de pastoreo. De esta forma incide también en la diversidad de vida que albergan los pastizales, en el estado del suelo o en la tasa de secuestro de carbono a través de la fotosíntesis. El puma también subsidia a poblaciones de carroñeros como el cóndor andino que se alimentan de los restos de sus presas y, finalmente, influye por depredación o competencia en el número y comportamiento de carnívoros medianos como el zorro gris y de esta forma influye indirectamente en la abundancia de sus presas. Estos mecanismos de regulación a través de interacciones en la cadena alimentaria se denominan cascadas tróficas. En la ilustración las flechas continuas representan influencias directas y las flechas punteadas, indirectas. ILUSTRACIÓN: MARCELO CANEVARI.

RECUADRO: LO QUE SABEMOS DEL PUMA PEPITO

Pepito es uno de los 25 pumas equipados con un collar satelital en nuestro proyecto de investigación sobre depredadores tope en el Parque Patagonia Argentina, en el noroeste de Santa Cruz. Durante tres años, el GPS del collar de Pepito registró 6562 localizaciones. Analizarlas nos permitirá entender la alimentación y el uso del espacio de Pepito y una idea de cómo lo hacen los pumas de esta región.

Para analizarlas identificamos conjuntos de localizaciones, llamados «clústeres», que son dos o más localizaciones separadas por 20 metros o menos y generadas en un período menor a 36 horas. Entonces, un clúster indica que Pepito permaneció varias horas en un mismo sitio. ¿Qué estuvo haciendo Pepito en ese sitio: descansando o alimentándose? Para saberlo, un técnico —Matías— releva los clústeres: equipado con un GPS y una aplicación para colectar datos, camina decenas de kilómetros por semana para llegar a los sitios donde Pepito formó clústeres e investigar lo ocurrido en cada lugar.

Durante los períodos de muestreo en el Parque Patagonia y campos vecinos, Pepito generó 339 clústeres, de los cuales Matías investigó ¡213! Y esto fue lo que encontró:

· De los 213 clústeres investigados, 62 presentaron restos de presas, de los cuales el 87% corresponden a guanacos, 8% a caballos cimarrones y 5% a choiques.

· Si bien existen estancias con ovejas en las cercanías, Pepito no ingresó a las mismas.

Estos datos muestran que no todos los pumas cuyas áreas de acción se encuentran en áreas protegidas se convierten en un problema para las estancias ganaderas vecinas. La abundancia de presas nativas puede explicar este comportamiento y sugiere que permitir la existencia de poblaciones saludables de presas debe ser considerada como una de las herramientas para disminuir el conflicto entre depredadores y pumas en aquellos sitios donde el conflicto existe.